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Pureza y nutrición para tu bebé

GUÍA PARA LA LACTANCIA

Muchos profesionales de la salud concuerdan en que lo mejor para tu bebé es la leche materna. En cuanto al aspecto nutricional, tiene todo lo que tu bebé necesita. Tiene todas las vitaminas y minerales, es más fácil de digerir que las fórmulas y hay menos probabilidades de reacciones alérgicas.

La lactancia permite que la mamá traspase anticuerpos de su propio sistema inmunológico a través de la leche materna para reforzar las defensas del bebé contra las infecciones. Además, se adapta naturalmente a las necesidades del bebé con el transcurso de las semanas y los meses.

Empieza lo antes posible

Una buena oportunidad para comenzar con la lactancia materna es inmediatamente después del parto, si es posible, ya que el bebé está despierto y el instinto de succión es intenso. Aunque en ese momento aún no tendrás leche, tus pechos producirán el calostro, una sustancia líquida y de consistencia aguada que contiene anticuerpos y actúa como laxante ayudando a que el bebé expulse el meconio (heces negras y pegajosas).

Busca la posición correcta

La boca de tu bebé debe estar bien abierta y tu pezón debe estar lo más adentro posible de su boca. Esto ayudará a proteger tu pezón para que no se irrite. Puedes pedirle a una enfermera, profesional de la salud o a otra persona con experiencia en el tema que te ayude a encontrar una posición cómoda para amamantar al bebé.

Amamanta a tu bebé solo cuando tenga hambre

Los recién nacidos necesitan alimentarse con frecuencia, día y noche, aproximadamente cada dos horas, por lo que no puedes establecer un horario estricto para amamantarlo. Alimentarlo cada vez que tenga hambre estimulará tus pechos para que produzcan más leche. Más adelante, el bebé empezará a comer en horarios más estables y podrás prever una rutina. Pero debido a que la leche materna se digiere más fácilmente que la fórmula, los bebés que toman pecho comen con mayor frecuencia que los bebés alimentados con leche de fórmula.

Congestión mamaria

Como madre primeriza, es probable que produzcas mucha leche y tus mamas estén más grandes, duras y sientas dolor por unos días. Para aliviar esta congestión mamaria, lo ideal es que alimentes a tu bebé con frecuencsia, siempre que tenga hambre, hasta que tu cuerpo se adapte y produzca solo lo que tu bebé necesite. Mientras tanto, puedes ponerte compresas tibias en las mamas durante unos minutos antes de amamantar para estimular la bajada de la leche y ponerte hielo en las mamas durante 10 minutos antes o después para ayudar a desinflamar y aliviar la molestia.

Evita los suplementos

No le des al bebé agua azucarada ni ningún otro suplemento si crees que tu cuerpo no produce suficiente leche. Esto puede llevar a que el bebé tome menos leche y, por ende, a que tu cuerpo reduzca la producción. Cuanto más amamantas a tu bebé, más leche produce tu cuerpo. Algunas madres creen que la leche que toma no es suficiente para alimentarlo adecuadamente, ten presente que el estimulo de la succión del bebé es lo que hace que la leche se produzca, a mayor demanda mayor producción, si tienes dudas, consulta con tu médico.

Evita el uso de biberones y pezoneras

El uso de biberones dificulta la lactancia materna, ya que entre menos alimentes a tu bebé directamente, menos leche producirá tu cuerpo.

Por otra parte, las pezoneras son un cuerpo extraño que puede llegar a generar alergias o dañar el pezón debido a la fricción, haciendo que sea más propenso a sufrir una infección.

Regurgitación o reflujo gastroesofágico.

Es normal que los bebés regurgiten mientras los alimentas o después. La mayoría de los bebés lo superan alrededor del año. Si bien las regurgitaciones comunes son normales, consulta al médico si tu bebé no sube de peso, vomita constantemente (a diferencia de pequeñas regurgitaciones), se niega a alimentarse o notas indicios de algún problema.

Pezones agrietados

Es posible que tus pezones se irriten o se agrieten al principio del posparto. Si sucede, consulta con tu médico, enfermera o asesor de lactancia para obtener consejos de expertos.

Para prevenir y aliviar las grietas o irritación de los pezones, aplica sobre ellos una gota de la leche cuando termines de amamantar, la grasa que contiene ayuda a proteger el pezón o a recuperarlo si está irritado. Evita estar lavando los pezones antes y después, el baño diario es suficiente.

Asegúrate de hablar con tu médico si el problema persiste o interfiere en la correcta alimentación del bebé.

Ten cuidado con las infecciones

Algunos síntomas de infección son fiebre, endurecimiento, bultos dolorosos y enrojecimiento en los pechos. Esto requiere atención médica inmediata.

Come bien y descansa

Las mamás que amamantan deben llevar una alimentación balanceada, nutritiva y con unas 500 calorías adicionales por día.

Considera dejar de consumir cafeína y evita bebidas alcohólicas. También asegúrate de beber mucho líquido (6-8 vasos) por día. Es esencial descansar y dormir bien para que puedas mantener tu propia salud.

Otras formas de nutrición

Por supuesto, algunas madres no pueden amamantar a su bebé por problemas médicos o por otras circunstancias especiales. Analiza con tu médico el mejor método de alimentación para tu bebé. Sin importar con qué lo alimentes, asegúrate de sostenerlo siempre que lo hagas. Los abrazos asociados con la lactancia y la alimentación ayudan a crear un fuerte lazo de amor entre tú y tu bebé. Invita a tu pareja a participar, la hora de alimentar al bebé es una excelente oportunidad para que tu pareja y el bebé se conecten.

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